dissabte, 9 de maig del 2015

¿Hablamos del deseo sexual?

La testosterona no es la única culpable de la falta de deseo sexual que algunos hombres muestran con la edad. Esta especie de 'menopausia masculina' reduce su libido, incrementa la grasa corporal e incluso puede provocar disfunciones sexuales. En la jerga médica, es lo que se conoce como hipogonadismo, un trastorno que los expertos acusaban a la merma de testosterona. Sin embargo, una investigación que acaba de publicar la revista 'The New England Journal of Medicine' arroja novedades. Al parecer, los estrógenos también tienen voz en el desarrollo de esta enfermedad.

Aunque la principal hormona sexual del hombre es la testosterona, "también tenemos una pequeña cantidad de estrógenos circulando por el organismo (la testosterona se transforma en estrógenos por la acción de una enzima denominada aromatasa)".
Un grupo de científicos liderado por Joel Finkelstein puso en marcha un estudio con 198 hombres sanos entre 20 y 50 años. "Queríamos comprobar a partir de qué niveles de testosterona empiezan a producirse los síntomas que se atribuyen a la andropausia y si realmente se deben al déficit de esta hormona, a los estrógenos o a ambas".

La andropausia es un fenómeno como la menopausia, con una serie de síntomas ligados a la edad: el músculo pierde volumen y fuerza, aumenta la grasa corporal, se cae el vello del cuerpo (no de la cabeza), pueden aparecer estrías, osteoporosis, declina el deseo sexual y puede causar disfunción eréctil.
De hecho, una pequeña porción de esta hormona se convierte en estrógeno y por lo tanto, cuanto más alto sea el nivel de testosterona, más se convierte en estrógeno. Y viceversa, cualquier disminución de testosterona se traduce en menos cantidad de estrógeno.
Es por eso, que actualmente para determinar el trastorno masculino dicho de la andropausia medimos primero los niveles de testosterionna.

Para analizar la relevancia de ambas hormonas (testosterona y estrógenos), Finkelstein y su equipo dividieron a los 198 participantes en dos grupos. Primero, todos ellos fueron tratados con un medicamento que suprime la producción normal de todas las hormonas reproductivas. Después, uno de los grupos recibieron dosis diarias de un gel de testosterona (una de las formas de administración de terapia sustitutiva de testosterona) durante 16 semanas. El resto obtuvo las mismas dosis de esta hormona además de un inhibidor de aromatasa, con el objetivo de suprimir la reconversión de testosterona en estrógenos.
A todos los participantes se les realizó un análisis de sangre y se registraron sus medidas (antes y después del experimento) de la grasa corporal, el volumen y la fuerza muscular. También completaron un cuestionario sobre su vitalidad, su el estado general de su salud y su deseo sexual.

En el primer grupo, la acumulación de grasa se observa cuando los niveles de testosterona empienzan a caer. La disminución de la masa y la fuerza muscular no se aprecian hasta que la cantidad de esta hormona eran significativamente bajos. En cuanto al deseo sexual, va disminuyendo progresivamente con la reducción de testosterona y la disfunción eréctil no ocurre hasta que los niveles son muy bajos.

En el segundo grupo, los resultados en cuanto a la grasa corporal y el tono muscular no sufrieron variaciones, es decir, la supresión de la síntesis de estrógenos no tuvo efecto significativo añadido al de la reducción de testosterona. Sí lo tuvo en lo referente a la función sexual. Cuando la síntesis de estrógenos se suprimía el deseo sexual se resentía notablemente.

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